Sal yodada: esencial para ayudar al tiroides
La glándula tiroidea necesita de la ingesta de yodo para fabricar las hormonas suficientes y así evitar posibles problemas. En muchos lugares del mundo, especialmente en países poco desarrollados con dificultades para tener una correcta alimentación, las cifras con problemas en la glándula son más altas que en aquellos en que se consume yodo de manera habitual.
La causa directa de la ingesta insuficiente de yodo da lugar a una carencia en la producción de hormonas tiroideas que provoca bocio endémico y trastornos en el desarrollo físico e intelectual de los niños. De ahí la importancia de incluir en la dieta la sal yodada –que también se vende fluorada–, puesto que viene a suplir las carencias a causa de los niveles inadecuados de este elemento químico.
«Nuestro cuerpo necesita yodo, pero no lo fabrica, por lo que debe incluirse en la alimentación», alerta el director de la Unidad de Gestión Clínica de Endocrinología, Metabolismo y Nutrición del Hospital Clínico Virgen de la Victoria, Francisco Tinahones. Según el médico, tanto en Andalucía como en el resto de España se ha constatado que contamos con un déficit nutricional de yodo, «no tomamos las cantidades necesarias y por eso aumenta de tamaño y provoca bocio», añade. El doctor considera fundamental ingerir este tipo de sal. «No es marina, eso induce a error, hace falta sal enriquecida en yodo, el precio no varía y sabe igual que otras».
Asimismo, el doctor explica que uno de los últimos avances en esta materia es que en la actualidad se receta a las embarazadas. Y es que ahora tenemos la evidencia de que las mujeres encinta deben tomar yoduro potásico en el primer trimestre, como ocurrió hace años con el ácido fólico. «Afortunadamente ya se ha extendido a todo el sistema público de salud y es una recomendación común».
Igual piensa el jefe del servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Carlos Haya de Málaga, Federico Soriguer, responsable de estudios hace una década en la Axarquía malagueña y en Jaén.
Asegura que el bocio endémico que afecta a niños está plenamente asociado con la deficiencia de yodo, que causa el antiguo cretinismo o el trastorno por deficiencia de yodo que se acompaña de un menor coeficiente intelectual.
A pesar de ello, el médico afirma que afortunadamente en los últimos años se ha aumentado su consumo, en parte gracias a que se ha incorporado a la leche. «Pero es necesario comprar esta sal, quienes la consumen están por debajo del 40%, por lo que el riesgo persiste», apunta. Además, el médico alerta de que consumir esta sustancia ayudaría, en caso de un accidente nuclear, a evitar futuros problemas. «Como en Chernobyl, se desprende yodo radiactivo y si el organismo no tiene suficiente va directo al tiroides. Es la mejor prevención ante esta contaminación».
Hace una década realizó dos estudios a dos mil niños en la Axarquía y en Jaén. «Se demostró que los niños con una merma de yodo tenían con mayor frecuencia bocio y el oido más duro». «Necesitaban más decibelios para la misma frecuencia. Esto indudablemente favorece el fracaso escolar». Así, cuenta que en Jaén los niños que tomaban menos sal yodada tenían cuatro puntos menos de cociente intelectual. Federico Soriguer se congratula, además, de que hace un tiempo se logró que los comedores escolares ofreciesen comida con este aderezo y no son sal común o marina.
Enfermedades autoinmunes. El doctor Francisco Tinahones explica la importancia del tiroides, una glándula que cumple la función de regular el metabolismo: cuando funciona de forma más ralentizada hablamos de hipotiroidismo –un 4% de la población está en tratamiento por ello- y cuando lo es de manera acelerada, de hipertiroidismo –se trata un 1% de los afectados–. Ambas son enfermedades autoinmunes, como las alergias. «Se transmiten entre familiares de primer grado, hay más predisposición a tenerlas», explica. A pesar de ello, reconoce que no se puede hacer nada por evitarlo. «Sólo deben cumplirse los consejos para tener una vida saludable: una buena alimentación y evitar el estrés». En cuanto a la incidencia, asegura que no ha variado mucho y afecta a la mujer más que al hombre.
Esta glándula también es conocida por la posibilidad de tener nódulos. Estos pueden salir por envejecimiento del tiroides o por falta de yodo, «pero ahora las ecografías descubren que hay nódulos pequeñitos sin significado patológico, antes no había máquinas de tanta resolución así que no es para preocuparse». Tinahones admite que un 35% de la población tiene nodulitos, aunque estos solo tienen valor clínico si miden más de un centímetro o tienen mal aspecto.
Las claves
Hipotiroidismo Insuficiencia de hormonas El hipotiroidismo es una situación en la que se produce una cantidad insuficiente de hormonas tiroideas circulantes, generalmente debido a una glándula tiroides que funciona por debajo de lo normal. El hipotiroidismo es la enfermedad más frecuente del tiroides, afectando a entre el 3 y el 5 % de toda la población. Sus síntomas más frecuentes son el cansancio, el estreñimiento, la somnolencia, o el aumento de peso.
Hipertiroidismo Aumento de niveles de hormonas El hipertiroidismo es el cuadro clínico que se deriva de un aumento de la actividad de la glándula tiroides. Las hormonas tiroideas (T4 y T3), cuya síntesis está regulada por la TSH secretada en la hipófisis, tienen como misión fundamental regular las reacciones metabólicas del organismo. Sus síntomas más comunes son el nerviosismo excesivo, el insomnio, las palpitaciones, el cansancio o la pérdida de peso.
Bocio Aumento de tamaño de la glándula El bocio es el aumento de tamaño de la glándula tiroides. La ingesta insuficiente de yodo da lugar a una carencia en la producción de hormonas tiroideas que provoca bocio endémico en todas las edades y una serie de trastornos en la evolución del embarazo y en el desarrollo físico e intelectual de los niños. El tratamiento y curación consiste en un suplemento en la alimentación con yodo.
Cáncer de tiroides
Nódulos
En la glándula tiroides se pueden originar muchos tipos de tumores. La mayoría de ellos son benignos (no cancerosos), pero otros son malignos (cancerosos), es decir, se pueden propagar a los tejidos cercanos y a otras partes del cuerpo. A las masas o protuberancias en la glándula tiroides se les llama nódulos tiroideos. Los cambios en el tamaño y la forma de la tiroides a menudo se pueden palpar o incluso ver.
Riesgo
Sólo se ha constatado el daño por radiaciones de centrales nucleares En cuanto al ritmo de vida y el uso de nuevas tecnologías, el doctor Francisco Tinahones señala que no hay evidencias de que los problemas de tiroides tengan que ver con la radiación de antenas de telefonía o móviles. «Si aumenta la cifra de casos en un momento determinado, habría que hacer un estudio epidemiológico serio, pero solo se ha constatado que tenga qué ver con radiaciones de las centrales nucleares».
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