Los programas de psicoeducación con las familias evitan el 30% de reingresos de enfermos mentales
Desconcierto, estrés y, sobre todo, desinformación. La mayoría de los cuidadores de enfermos mentales carecen de las herramientas adecuadas para manejar la patología de los pacientes a su cargo.
Con el objetivo de orientarles, el Servicio Andaluz de Salud -a través de la dirección regional de innovación y cuidados- puso en marcha hace dos años un programa de formación en psicoeducación para enseñar a enfermeros, facultativo y trabajadores sociales a guiar a las familias que conviven con trastornos mentales. Más de una quincena de profesionales malagueños han recibido ya estos cursos que, hasta la fecha, se impartían casi en exclusividad en los centros de salud de Puerta Blanca y Fuengirola, en la unidad de salud mental infantil del Hospital Marítimo de Torremolinos y en la comunidad terapéutica de este mismo recinto. En breve, este programa de ayuda a los familiares de enfermos mentales se extenderá a todos los equipos de salud mental de la provincia.
Como explica el coordinador autonómico de salud mental, Rafael del Pino, la psicoeducación es un entrenamiento que persigue que las familias -muchas de ellas perdidas, sin rumbo- adquieran las habilidades necesarias para ganarle la partida a la enfermedad. Para ello, en las diferentes sesiones de trabajo, los profesionales tratan de que los cuidadores conozcan mejor la patología, sus síntomas, las características del tratamiento y sus efectos secundarios.
«Este programa pretende dar una respuesta integral al abordaje de la enfermedad. Los cursos enseñan a las familias habilidades de comunicación y estrategias para abordar situaciones de estrés. El objetivo es que adquieran la capacidad para solucionar los problemas derivados del manejo de la enfermedad», relata Del Pino al tiempo que subraya el éxito de estas sesiones. Así, como explica este experto, la psicoeducación evita el 30% de los reingresos de los pacientes con esquizofrenia o trastornos mentales graves.
Y es que, como insisten los profesionales, la familia juega un «papel clave» en la evolución del trastorno. Un papel que muchos hogares se vieron obligados a asumir tras el cierre de los psiquiátricos, como recuerda el enfermero especialista en salud mental Emilio Andrade. «Desde aquel momento, su atención se trasladó al propio domicilio, generando situaciones de tremenda angustia entre muchas familias. Las mismas que hoy día desempeñan la función integradora y rehabilitadora de estos pacientes», relata Andrade al tiempo que destaca la carga emocional que soportan estos cuidadores, «que necesitan la psicoeducación para abordar la sintomatología y el tratamiento del enfermo», añade.
Análisis del perfil
Esteban Sánchez, enfermero del equipo de salud mental del distrito Costa del Sol, sostiene que antes de empezar los programas estudian el perfil del enfermo y de la familia para conocer el trastorno. Tras el análisis, comienzan las sesiones de trabajo individuales que luego se completan con terapias grupales en la que participan familiares de otros pacientes. Estas reuniones suelen tener una duración de entre dos y tres horas y una periodicidad semanal.
Según Sánchez, cada familia necesita acudir a ocho sesiones de media para completar la psicoeducación. «Lo que más cuesta del programa es hacerle ver a la familia que la persona está enferma. Por norma tienden a sobreprotegerle», precisa. José Manuel Perea, enfermero de la unidad de salud mental infantil del Marítimo, apunta que lo ideal es que la psicoeducación se imparta al comienzo del tratamiento.
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