"La población debe preocuparse más de la obesidad que del ébola"
-Es director médico de los dos hospitales más importantes de la provincia, coordina a unos 8.000 trabajadores ¿Difícil gestionar en estos tiempos?
-Primero yo redifiniría en concepto de gestión. Para mí gestión es lo que hace un profesional sanitario desde que llega al hospital hasta que se va, independientemente del cargo que tenga. Los cargos directivos no son los únicos responsables de la gestión. Yo diría que la verdadera gestión nace de los profesionales sanitarios que van a conseguir el que es verdadero valor de la gestión clínica que es el resultado en salud para los pacientes. Los cargos directivos somos los coordinadores de esa gestión. Yo diría que la gestión es de todos. Mi primera experiencia en gestión pública fue en 2004, cuando llegué al Hospital Virgen de la Victoria para montar el Servicio de Oncología Radioterápica, que el hospital no tenía. Hice el camino inverso a todo el mundo porque fui de la sanidad privada a la pública. Aquel fue mi primer cargo directivo.
-¿Y es difícil gestionar en tiempos de recortes?
-Es difícil. En todos los momentos es difícil. Gestionar tiene un gran componente de gestión de personas. Gestionar personas es muy complejo.
-Trabaja en Oncología y coordina a más de 8.000 personas en tiempos de recortes. ¿Le gustan los retos?
-No son tiempos fáciles. Yo intento optimizar los recursos con un modelo que es desinversión que es intentar no hacer nada superfluo para hacer lo importante. Ese es el gran reto que tenemos en gestión. ¿Qué dejo de hacer que no aporta, para hacerlo en lo que aporta?
-¿Y aportaría que la sanidad pública tuviera un PET [un equipo del que carece el SAS]?
-La sanidad pública tiene que dar respuesta a las necesidades de los pacientes. El PET es fundamental para la estadificación [nivel de evolución del tumor] de los pacientes oncológicos y necesitaríamos un PET evidentemente. Sé que son proclives a ello en el SAS y la Consejería de Salud. Tenemos uno concertado y lo importante es que las necesidades de los pacientes están cubiertas. La sanidad pública debería tenerlo para concertar lo mínimo que se pudiese.
-¿El ébola debe ser motivo de preocupación para la población?
-Desgraciadamente hemos tenido el primer caso de contagio en Europa. No soy experto en enfermedades infecciosas, pero como director médico sé que tenemos las medidas adecuadas, los protocolos actualizados y el personal formado para cualquier eventualidad, que esperemos que no se produzca. No es una epidemia grave en cuanto a la extensión, pero sí grave en cuanto a las posibilidades de supervivencia que son cortas. Al no contagiarse por el aire, la posibilidad de contagio es menor que en otros virus. La preocupación debe ser la normal. Preocupación, pero no temor.
-¿No hay motivo de alarma?
-No. Nos preocupa que algún español se contagie y fallezca, como ya han fallecido dos. Nos preocupa que haya habido un primer contagio en España, pero con las medidas que se están tomando y con la calidad de la sanidad, no deberíamos tener problemas.
-¿De qué tiene que tiene que preocupar la población desde un punto de vista sanitario?
-Deberíamos dirigir todos nuestros esfuerzos hacia la prevención de las enfermedades. La prevención primaria [antes de la enfermedad] y secundaria [después de una enfermedad] son básicas. Y ahí podemos meter lo de controlar la obesidad, dejar de fumar, beber con moderación, hacer ejercicio moderado. Todas las recomendaciones que siempre hacemos, perdón, decimos, que no todos hacemos y que creo que es de lo que tiene que preocuparse la gente. Con esas normas ganaríamos muchísimo en salud y en calidad de la salud que tengamos. Para mí el estar bien es vivir con calidad. Los profesionales sanitarios deberíamos mirar no sólo los resultados de si se quita o no se quita la enfermedad sino también cómo vive el paciente y qué le ofertamos al paciente en su calidad de vida.
-Una reflexión derivada de su experiencia, sin duda...
-Con mis canas ya he visto que no siempre curar es ofertar calidad de vida. A veces, cuando extremas las indicaciones tienes que balancear mucho qué le oferto, qué consigo y qué secuelas le van a quedar al paciente.
-¿Defiende la eutanasia?
-La eutanasia para mí es un concepto más religioso que científico. No soy partidario de la eutanasia per se. Andalucía ha hecho un recorrido importante en respetar la voluntad del paciente. No creo que como médico yo deba decidir cuándo quitar una vida y cuándo no en función de unos valores que a lo mejor no comparte. El paciente tiene todo el derecho a decidir sobre las actuaciones futuras una vez que no tenga capacidad [de expresarse]. No, no. No creo que la eutanasia sea la solución.
-¿Los contratos al 75% cuándo se van a acabar?
-Me remito a lo que ha dicho la consejera, que el tema se va a abordar a lo largo de 2015 en función de la capacidad presupuestaria. Se intentará que los contratos se hagan al 100% a lo largo del año que viene de forma progresiva.
-La fusión ¿se debe quedar como estar, avanzar o retroceder?
-Todo lo que sea unión de profesionales que compartan un área de conocimiento y de investigación, que aporten soluciones terapéuticas que redunden en beneficio de los pacientes, bienvenido sea. Se llame fusión o unificación. Ese es el concepto que yo defiendo. Y es muy necesario en un escenario en el que los recursos, desafortunadamente, no van a ser como estábamos acostumbrados a en un periodo largo de tiempo. Si tenemos que dar respuestas a los pacientes, la unión hace la fuerza. Eso no significa que esa unión no tenga una serie de inconvenientes a salvar para que sea efectiva, como puede ser la resistencia al cambio de los profesionales. Eso puede causar que tenga una difícil aplicación, pero el concepto como tal a mí me gusta. Yo no diría que las fusiones haya que quitarlas. Habrá unas que vayan muy bien, habrá otras que costarán un poquito más. Habrá que dejarle un recorrido de varios años.
-¿Cuándo se verán resultados?
-Este modelo tardará unos cuantos años en ser realmente efectivo. Pero conceptualmente a mí la idea me gusta mucho. Trabajando juntos es la única manera de optimizar resultados. Y un aspecto que en Oncología nos gusta mucho; cuanto más hagas, más experiencia tendrás y mejores resultados sacarás. Eso es un valor que no solo debe quedar en el resultado asistencial, sino también en el investigador y en el docente. Nunca debemos perder de vista que el resultado final de todo ello es que impacte para bien en el paciente.
-¿El tratamiento del cáncer ha cambiado en los últimos años?
-Hemos pasado de matar moscas a cañonazos a un conocimiento de la historia del tumor y del tumor propiamente dicho que permite medidas terapéuticas más dirigidas al paciente y al tumor en concreto. Esto viene acompañado de una revolución tecnológica y de la cirugía que es fundamental para el tratamiento.
-¿En supervivencia cuánto se ha avanzado en general?
-Ahora viven entre el 50 y el 60% de los cánceres, metiéndolos a todos en el mismo saco. Porque además varían según las regiones. Hace 20 años, estaríamos en torno al 20 o el 30%.
-Pero sigue siendo una palabra difícil de pronunciar...
-Hemos pasado de murió de una larga y penosa enfermedad a decir tiene un cáncer. Es un avance muy importante porque siempre se ha definido al cáncer como larga y penosa enfermedad cuando no siempre es así de cierto. Hay otras largas y penosas enfermedades. Ahora vemos en televisión a personas famosas que han superado la enfermedad, se habla de curación, hay informaciones con aspectos positivos... Está cambiando la sociedad en la visión del paciente oncológico. El paciente que afronta su enfermedad con una visión positiva va a ir mejor que el que tiene una visión negativa.
-¿Cómo se le da a un paciente un diagnóstico de cáncer?
-Suele ser un mal trago, tanto para el paciente como para el médico. Hay que abordar el tema de una forma natural, saber interpretar qué paciente tienes delante para usar las palabras adecuadas, la información debe ser gradual porque en la primera entrevista el choque para el paciente es muy importante y probablemente no llegue a captar toda la información que se le da. Hasta que no pase un tiempo, el paciente no es realmente consciente de a lo que se enfrenta.
-¿En la universidad os lo enseñan?
-En mis tiempos no me lo enseñaron. Hoy algunos déficits en la enseñanza de la Medicina: comunicación de noticias, empatía con los pacientes y también conocimientos de gestión. Todo ello va concatenado, una buena comunicación con el paciente garantiza en la mayoría de los casos una aceptación de la enfermedad, una mayor adherencia a los tratamientos y una mejor gestión de su proceso.
-¿Qué opina del Metro?
-Mi experiencia es muy positiva. Ahora somos un equipo directivo único con dos hospitales . El traslado de un centro a otro se me ha facilitado muchísimo. Voy en Metro y tardo 15 minutos.
-¿Y el cruce en superficie es problemático?
-Yo llego sobre 7:30 ó 7:45. No he tenido ningún problema nunca, ni he visto colas. Cuando salgo, sobre las 15:30 o las 16:00 tampoco he visto colas. Yo estoy encantado, me viene fenomenal.
-¿Qué le pondría a Málaga?
-Yo he visto la evolución de Málaga, de una ciudad menos limpia a una ciudad con un centro histórico que me encanta, con un ambiente cosmopolita, con unas estructuras ciudadanas que me agradan. Posiblemente los barrios estén por desarrollar. Pero la veo acogedora. Solo espero que acaben la obra del Metro. Estoy muy cómodo en Málaga. Yo no soy de Málaga.
-¿De dónde?
-De Villanueva de Algaidas. Soy cateto, me gusta el campo, me gustan los olivos. Tengo una casa allí, en mitad de los olivos. Disfruto en el campo y me relaja mogollón.
-¿Qué le enseña su profesión?
-A conocerme. Todavía llego al hospital contento, tengo ganas de trabajar. Me ha enseñado a conocer a la gente, a sentir que mi realidad es el día a día, a comprender que la felicidad son momentos muy cotidianos. La felicidad no es estar en el paraíso rodeado de palmeras, sino en tomarme una caña después de trabajar, ver la espumita y tomármela. Saborear lo cotidiano de la vida, que si no se nos pasa de largo y no nos damos cuenta. Esta profesión también tiene de negativo la pérdida de horas familiares. Posiblemente me he perdido aspectos del crecimiento de mis hijos que a lo mejor no me perdono en un futuro, pero haciendo un balance, me compensa; estoy contento con ser médico. Estoy contento con lo que estamos haciendo en Oncología Radioterápica y, por ahora, estoy contento con mi labor de director médico. Cuando deje de estar contento, dejaré el cargo; no estoy apegado al cargo.
-¿Qué siente con las noticias de los casos de corrupción o las tarjetas de Caja Madrid?
-La sociedad, no solamente yo, está cansada de escándalos políticos, sindicales, patronales... Estamos en una sociedad en la que lo que a mí me enseñaron de pequeño ya no tiene el valor que tenía. A mí me enseñaron a respetar a la familia, a los mayores, a ayudar al prójimo, a ver la sociedad como un ente para potenciarla y beneficiarla; no para beneficiarme de ella. Me enseñaron que la cultura del pelotazo es antisocial. Sin embargo, hoy potenciamos la individualidad, el egoísmo, el beneficio propio. Nos estamos olvidando del prójimo y un día tú puedes ser el prójimo. Es necesaria una reflexión profunda. Hay que volver a los valores sociales tradicionales, que no son religiosos, no confundamos.
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